Bolivia marca un giro diplomático: Rodrigo Paz  Pereira no invitará a Cuba, Venezuela y Nicaragua a su investidura

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El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, ha confirmado que su ceremonia de toma de posesión el 8 de noviembre no incluirá invitaciones a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, considerados regímenes autoritarios por buena parte de la comunidad internacional. Este anuncio marca un cambio significativo en la orientación de la política exterior boliviana tras casi dos décadas de estrecha alianza con el eje chavista-caribeño.

Paz, quien ganó la segunda vuelta electoral con aproximadamente el 54,5 % de los votos, pone fin al predominio del Movimiento al Socialismo (MAS) en el país y abre paso a una nueva etapa diplomática.

Aunque aún no se ha difundido una lista oficial completa de los invitados para la ceremonia, fuentes periodísticas confirman que los tres países mencionados —Cuba, Venezuela y Nicaragua— no recibirán invitación formal por parte del gobierno entrante.

El anuncio representa un viraje claro respecto a la estrategia internacional de Bolivia bajo los anteriores gobiernos del MAS y del presidente saliente, Luis Arce Catacora, que mantenían relaciones cercanas con los regímenes de La Habana, Caracas y Managua, y participaban activamente en alianzas regionales como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

En sus primeras declaraciones tras el triunfo electoral, Paz expresó su intención de “volver al mundo e invitar al mundo a Bolivia”, lo cual sugiere una apuesta por diversificar alianzas internacionales y reducir la dependencia de bloques ideológicos.

El hecho de excluir de la toma de posesión a los tres países representa más que un gesto simbólico: envía una señal sobre la nueva orientación diplomática que pretende adoptar La Paz.

El contexto boliviano favorece esta decisión. Bolivia enfrenta una crisis económica, con inflación alta (cercana al 23 % en septiembre según reportes recientes) y escasez de combustibles, lo que impulsa al nuevo gobierno a redefinir prioridades internas y externas.

Además, el debilitamiento del MAS —que en esta elección obtuvo apenas un porcentaje marginal— abre espacio para que Paz implemente un estilo de gobierno diferente al de sus antecesores.

Sin embargo, la exclusión de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua también puede generar tensiones diplomáticas, tanto regionales como multilaterales. Analistas señalan que la decisión marca el fin de la vinculación boliviana con el eje ideológico izquierdista del siglo XXI en América Latina.

Para el nuevo mandatario boliviano, se abre un desafío en términos de gobernabilidad y cohesión internacional: deberá conciliar la necesidad de diversificar las relaciones exteriores con las expectativas de un electorado que, en muchos casos, se identificaba con la vieja alianza antiimperialista.

La toma de posesión se celebra el 8 de noviembre en la sede gubernamental de Bolivia, y se espera que marque el inicio de la administración Paz. Su éxito dependerá tanto de su capacidad para conformar coaliciones en el parlamento —su partido no tiene mayoría absoluta— como de la ejecución de las reformas económicas anunciadas.

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