SAÑA

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Por: Federico Senior

Ensañamiento, tirria, encono, inquina, ojeriza, sinónimos que de “saña” nos da la RAE, ninguno expresa con contundencia, lo que acabamos de vivir, de oír, de ver y de lamentar los colombianos, provenir del Juzgado 44 Penal del Circuito de Bogotá, de su titular, la honorable Juez, Doctora Sandra Liliana Heredia, y de su veredicto condenatorio contra el Expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Que quede claro, primero, no soy abogado, segundo, escribo esto, para defender el derecho a la imparcialidad en la justicia, tercero, como resulta obvio no soy ni juez, ni dios para emitir juicios sobre conductas punibles, pretendo tan solo, manifestar las conclusiones que cualquier profano, ante el torbellino de hechos acaecidos en virtud del juicio en cuestión, considere y por ende conceptúe, haciendo uso de la  libertad de expresión amparada en la Constitución, empero, eso sí y por sobre todo, conservando el debido respeto, a la ley, a la persona del juez y a su determinación en la sentencia, respetándola, aún sin estar de acuerdo con ella, a lo que tenemos todo derecho.

Entiendo que la ley penal, contempla un rango de condena, que permite al juez, tener en cuenta factores atenuantes o agravantes de cada caso en juicio, lo que lo faculta a considerar el establecimiento de la pena dependiendo de factores tales como, de quien se trata el enjuiciado, su hoja de vida, sus aportes a la sociedad, si el sujeto es o no una amenaza para la misma.

Lo que no puede, ni debe hacer un juez, es tomar la prerrogativa de aplicar ese “margen” que le otorga la ley, con criterios subjetivos, no puede ni debe un juez, que honre su dignidad, minimizar una condena a un amigo, o colega, y maximizar la misma, a un enemigo, rival o mal queriente, en ambos casos en mi opinión, estaría o, cruzando o muy cerca de la línea de la ética, por tanto, podría estar prevaricando.

Esto, suponiendo que un juicio ha tenido su curso, en cabal sujeción a la ley, con pruebas obtenidas de debida manera, sin haber admitido presiones externas, aún así, si el juez emite sentencia dejándose llevar por el sentimiento, por la ideología, por la complicidad de género, o cualquier otra subjetividad, al menos esta cometiendo una injusticia, ahora bien, en el juicio contra el expresidente Uribe, se han perpetrado toda clase de arbitrariedades, me refiero a las evidentes, a las que todos hemos conocido, de las que nos hemos asombrado (por lo absurdas) y por nombrar solo una, al oír a la Señora Juez, admitir como prueba las grabaciones de conversaciones del enjuiciado con su abogado, escuchas logradas sin autorización alguna, de manera casual como así lo han reconocido, hecho este violatorio de las más elementales leyes de protección a la privacidad, a la libertad de expresión, a la libertad como tal, contempladas en las leyes colombianas y en todos los tratados de derechos humanos suscritos por la nación, ni se diga (por nombrar solo una más) de la aceptación de declaraciones de testigos, que han dicho y contra dicho, en fin, no se ha expuesto ni una sola prueba contundente e irrefutable que implique conducta punible alguna al expresidente Uribe, considerando la premisa básica y fundamental del derecho, de que ante la duda en una prueba, ésta debe favorecer al acusado, entonces no debe ésta ser admitida, toda la argumentación esgrimida, parece haber sido redactada tomando como ejemplo, la irracional narrativa del Señor Presidente Gustavo Petro.

Otra y muy relevante arista en todo esto, es que en nuestro país, a partir de la firma del acuerdo de paz con las FARC, se creó un tribunal especial, denominado La Justicia Especial para la Paz (JEP), el cual es un componente del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, en palabras gruesas, es un tribunal creado para, en concordancia con lo pactado en el tratado de paz, minimizarle las penas a los alzados en armas, a cambio de que estos, digan la verdad, reparen a las víctimas y no repitan sus delitos. A la sazón, los delincuentes indultados, no han cumplido con ninguna de las exigencias que les imponía el pacto, a pesar de ello, y habiendo transcurrido casi ocho años, esta corte no ha proferido ni una sola sentencia, entre tanto, y respetando ahí sí lo acordado, los exguerrilleros gozan de múltiples beneficios y prebendas, de hecho, están hasta en el Senado de la República. Si tomamos esto como jurisprudencia, la impunidad es “de facto” inherente a la letra menuda del tratado de paz, y al parecer, nunca habrá ni penas, ni verdad, ni reparación, eso sí, mientras tanto, decenas de disidencias y disidencias de las disidencias, dominan los territorios en los que siempre han impuesto su “autoridad”, teniendo a más de medio país, en situación de guerra.

En este caso y sin duda alguna, la sentencia proferida, sentenciando incluso la perdida de la libertad del expresidente Uribe, pareciera el dictamen no en contra de él, sino la que se le aplicaría a un asesino cualquiera de las filas de la guerrilla indultada.

Los poderes del Estado, son sagrados para quienes defendemos la democracia, los representantes de cada uno de ellos merecen el respeto de los ciudadanos, de igual manera, merecen el reclamo, el reproche cuando estos proceden por fuera de la ley, por ende, no podemos aprobar que un funcionario elegido por el pueblo, cometa peculados, y aunque los miembros de la rama judicial, no son elegidos mediante sufragio universal, merecen igual respeto y consideración, pues sobre sus espaldas descansa nada mas ni nada menos que el pilar de la justicia, es ahí en donde el actuar indebido de un juez de la República, se torna aún más censurable, puesto que de sus determinaciones va a depender la conservación del buen nombre y en últimas, la libertad del sentenciado.

Debo en este punto referirme a un video publicado por el Doctor José Manuel Acevedo, cuya disertación trata de lo que él llama “asimetría”, refiriéndose a la garrafal diferencia que resulta de comparar la sentencia condenatoria contra el presidente Uribe, con el proceder, como lo mencionaba antes, de absoluta impunidad, que se les ha dado a los criminales guerrilleros de las FARC, al parecer, al menos en el caso Uribe, la premisa fundamental para el fallo, parece ser aquella que profirió Getulio Vargas, dictador brasilero “Para mis amigos, todo, para mis enemigos la ley la justicia”.

Al final, solo me resta manifestar, el repudio que me ha causado el tono, el desdén, la burla, el sarcasmo, con el que, de evidente manera, se ha referido la Señora Juez al expresidente Uribe, rematando al final su mancilla, catalogando a sus hijos de faltos de gallardía, ante lo cual el expresidente, reaccionó, por primera vez en el juicio, con el natural tono airado y la vehemencia que merecía tan ominoso hecho.

Nos queda eso sí la tranquilidad, de que la Señora Juez Heredia, no es la justicia toda, ni tampoco ejemplo de lo que son los funcionarios judiciales, tal vez solo sea la excepción, nos queda la tranquilidad, de que las instancias superiores nos han demostrado que son incorruptibles, imparciales y atenidas a la letra de la ley, nos queda la tranquilidad de que los altos tribunales, sabrán sentenciar lo justo, enmendando la desmesurada asimetría que se desprende de la sentencia proferida por la Juez 44 del circuito penal de Bogotá.

Saña, ensañamiento, tirria, encono, inquina, ojeriza, jamás podremos aceptar que sea este el espíritu del juzgamiento al hombre que todo lo ha dado por su Patria.

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