Por: Federico Senior
Pues casi que, sin duda delincuente, en pasados días habíamos dicho en una columna, que es éste el gobierno de la desfachatez, pero lo visto el sábado anterior en la Plaza de la Alpujarra en Medellín, fue la gota que rebasó la copa.
Nada, ningún argumento puede ser válido, para sostener la “conveniencia” de la presencia de un muy distinguido grupo de hampones de la peor calaña, en la tarima desde donde, ni más ni menos, el señor presidente de la República, la persona que por ley debe ser garantía de unidad del pueblo, de la nación, usaría de su natural derecho al uso de la palabra en plaza pública.
Fue la muestra más fehaciente de la perniciosa intención de mostrar sus retorcidas intenciones, nada había sido tan explícito como esto de Medellín, nada, ni el nombramiento del confeso forajido de Benedetti, ni del cochambroso Saade, ni del abyecto monigote de Montealegre, empero, aunque los acompañantes de Petro en tarima, sin lugar a dudas, son mucho, digo mejor, muchísimo menos peligrosos que los tres mencionados atrás, dada su condición de juzgados y encarcelados, dada su condición de malandros extorsionistas, asesinos, ladrones, jamás han debido ser convocados por el primer magistrado de la nación, a ser sus acompañantes en un evento público.
Como siempre, Gustavo Francisco, lo logró, el país entero esta hablando de lo sucedido, habíamos pensado con aterradora ingenuidad, que ya la línea roja la había cruzado, que la desfachatez ya estaba colmada, pero no, no era así, ¿grave?, gravísimo, puesto esto nos deja ver con meridiana claridad que nuestro presidente no tiene límites, él parte de la premisa, de que eso que paso en el 2022, fue, no un mandato democrático para ejercer el poder ejecutivo durante cuatro años, para nada, en su (muy evidente) mente enferma, cree que el “pueblo” lo señalo como su jefe eterno, dado que de igual manera su atribulado pensamiento lo coloca en el altar de los héroes, como el redentor, no tan solo de su pueblo, sino como lo ha sostenido con todo el cinismo posible, como salvador de la humanidad.
Algo que sin duda, y aunque parezca un despropósito, debemos agradecer a Petro, es su franqueza, pues nos muestra cuan descarado es, cuan despótica es su gestión, da por sentado, que puede violar todas las leyes, solo porque, repito, según él, el “pueblo” le ha dado ese poder, nadie le quita de la cabeza, que es el signatario de una pacto casi que divino, para ser el jefe imperecedero de su país, está convencido como cualquier faraón, que es un dios, que su misión es incuestionable y que el que se oponga a ella, merece ser perseguido y condenado, por tan solo ese hecho, oponerse a su divino mandato.
Por tanto, otra vez vemos, con aterradora ingenuidad, como los dirigentes políticos, empresariales, religiosos, gremiales, insisten en reunirse con el presidente, en convocarlo al dialogo, en invitarlo a la moderación, insisten en creer que así, “por las buenas”, se le pueda convencer de que se vuelva un poco más demócrata”, de que acepte que él es solo el presidente, que él es solo el poder ejecutivo, que él no “manda” sobre los legisladores, ni sobre los jueces, y que no solo no es el jefe de ellos (cosa que se la cree a pie juntillas, recordemos cuando sin ningún reato de conciencia, aseguraba que él era el jefe del fiscal Barbosa), sino que les tiene que respetar, y obedecer cuando actúen en función de su encargo.
Así, que muy a pesar de lo evidente de la posición dictatorial del presidente, insisten en intentar sentarse a hablar, es menester, es imperativo, es imprescindible, que nuestros líderes demócratas, decidan de una buena vez por todas, que el diálogo no es una opción válida para Petro, no lo es, hay que aceptarlo, hay que confrontarlo con la ley, hay que detenerlo, y en vez, de como actúan los líderes de partidos, tales como Gaviria en el liberal, como Dilian en la U, vendiéndose por un par de ministerios, y uno que otro cupo burocrático, posibilitan que triunfen las propuestas del presidente, colgándole las medallas del triunfo muy a costa de la democracia y la libertad.
Que quede claro, el presidente Petro, es el enemigo número uno de la nación, del pueblo (del verdadero, no de los tres borregos que se dejan manipular por él), del establecimiento, de la libertad de prensa, de empresa, de expresión, de la democracia, del bienestar, del progreso, del imperio de la ley, de la salud, de los territorios que no son afectos a él, del petróleo, del gas, de los empresarios (de los pequeños, medianos y grandes), del trabajo, de la policía, del ejército, de los judíos, de Trump, de Milei, de Bukele, de Uribe, de Vargas Lleras, de Fincho, de María Fernanda, de Paloma, de los gringos, de las Toyotas, de las autopistas, de Alex Char, de Fico, y de todo aquello que no sea Petrista, su capacidad de odiar es tan grande, que en ella le cabe media humanidad y la mitad de la otra media.
Que quede claro entonces, que Petro es el amigo del comunismo (que aunque me contradigan es lo mismo que socialismo, ambos son peores), de Evo, Maduro, Ortega, Putin, Cristinita Fernández, del totalitarismo, de la economía centralmente dirigida, de la estatización generalizada, de todo público, de nada privado, del empobrecimiento de la población, del sustento al pueblo a base de subsidios, del envilecimiento de la moneda, de las filas para conseguir raciones de hambre, de las filas para recibir medicamentos, del desastre que implicara la desatención a los proyectos de energía que desembocaran de inevitable manera en un apagón mucho más temprano de lo que imaginamos, amigo y mucho, del petróleo y del gas venezolano (de extraña manera piensa que esos no contaminan), nuestro presidente definitivamente, esta fuera de sus cabales.
Nos ha quedado claro entonces, que estamos ante la amenaza de un demente, de esos que han abundado en la historia humana, mucho más peligroso de lo que nos habíamos imaginado, sí, este enloquecido personaje, hace palidecer a los Hitler, Pol Pot, Amín Dada, Gadafi, Mobutu, Stalin, no por brillantez, sino por ser un pertinaz embaucador, con un turbador parecido a éstos, por su afición a sustancias como Hitler, odio a los judíos como Hitler, Amin Dada y Gadafi, y no menciono el parecido que pueda tener con los sanguinarios Kim Il Sung, o Papa Doc, porque al parecer una de sus grandes frustraciones, fue la de no haber sido un guerrillero de verdad verdad y sino, tan solo haber tenido que limitarse a echar por debajo de las puertas de las casas zipaquereñas, insignificantes subversivos volantes, porque lo de “cacas” no se sabe si fue cierto, que de haberlo sido, se habría convertido en uno de sus más grandes logros y nos lo estaría enrostrando a diario.
Epílogo: “SI ANDAS CON PANADEROS, ERES PANADERO, SI ANDAS CON DELINCUENTES, ERES……”