La precandidata presidencial Vicky Dávila ha enviado un mensaje directo y contundente al expresidente Álvaro Uribe Vélez, reafirmando su compromiso con la creación de una gran coalición política de cara a las elecciones de 2026. En una comunicación pública que ha sacudido el tablero político nacional, la periodista y aspirante ratificó su intención de participar en una consulta abierta que agrupe a las fuerzas de oposición, con el objetivo declarado de «recuperar a Colombia» y hacer frente al proyecto político del actual gobierno.
Dávila, quien avanza en su proceso de recolección de firmas como candidata independiente, enfatizó que la unidad es el único camino viable para asegurar una victoria en las urnas. Su llamado a Uribe busca despejar las dudas sobre la mecánica electoral que adoptará la derecha y el centro-derecha, proponiendo un mecanismo participativo que legitime una candidatura única. La propuesta de la «Gran Consulta» no solo pretende aglutinar al Centro Democrático, sino también a otros sectores y movimientos ciudadanos que comparten una visión crítica sobre la administración de Gustavo Petro.
El mensaje llega en un momento estratégico, justo cuando se confirman avances significativos en su campaña de recolección de apoyos ciudadanos. Se ha conocido que el equipo de Dávila ha superado el umbral del millón de firmas verificadas, un requisito fundamental que le permitirá inscribir su candidatura por el grupo significativo de ciudadanos que lidera. Este respaldo masivo le otorga un peso específico en la negociación de las reglas de juego para la consulta interpartidista, posicionándola como una actora central que no depende exclusivamente de las estructuras partidistas tradicionales.
Por su parte, el expresidente Uribe ha mantenido una postura de apertura hacia la conformación de una coalición amplia, elogiando en diversas oportunidades el carácter y la transparencia de Dávila. Sin embargo, el líder natural del Centro Democrático aún debe equilibrar las aspiraciones de los precandidatos de su propia colectividad, como Miguel Uribe y María Fernanda Cabal, con la irrupción de figuras externas como Dávila. La insistencia de la periodista en definir prontamente el mecanismo de la consulta busca acelerar estas definiciones y evitar la dispersión del voto de oposición en la primera vuelta presidencial.
Analistas políticos interpretan este movimiento como un intento de Dávila por liderar la narrativa de la unidad, poniéndose a la vanguardia de la estrategia electoral del bloque antipetrista. Al interpelar directamente a Uribe, la precandidata reconoce su influencia determinante, pero al mismo tiempo marca su propio territorio al exigir un proceso democrático y abierto para la selección del candidato único. La «Gran Consulta» se perfila así como el escenario donde se medirán no solo los programas de gobierno, sino la capacidad de movilización real de cada aspirante más allá de las encuestas.
El desarrollo de esta propuesta será crucial en los próximos meses, pues definirá si la oposición logra presentarse como un bloque monolítico o si enfrentará el riesgo de la fragmentación. Mientras se acerca la fecha para oficializar la entrega de firmas ante la Registraduría, la presión por establecer reglas claras para la consulta aumenta, convirtiendo la respuesta del expresidente Uribe y la reacción de los demás precandidatos en los factores determinantes para el futuro inmediato de la contienda electoral.
