Otro ataque en 24 horas: explosión en Florencia agudiza la ola de violencia en Colombia

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En la madrugada del viernes 22 de agosto de 2025, un artefacto explosivo de bajo poder detonó en el centro de Florencia, capital del departamento de Caquetá, a pocos metros de las sedes de la Alcaldía y la Gobernación. Aunque se produjeron daños materiales en varios locales comerciales, las autoridades confirmaron que no hubo heridos ni víctimas fatales.

La detonación generó pánico entre comerciantes y residentes de una zona comercial de alto tránsito que se disponía a iniciar su jornada laboral. El artefacto habría sido abandonado en un contenedor de basura, según información preliminar de la Policía de Caquetá, que calificó la carga explosiva como de “bajo poder”.

Este atentado en Florencia se produjo menos de 24 horas después de dos hechos violentos que estremecieron al país: en Cali un camión bomba explotó cerca de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, dejando entre seis y siete muertos y entre 60 y 80 heridos, según diversas fuentes. Paralelamente, en Amalfi (Antioquia), un helicóptero policial fue derribado con un dron, causando la muerte de doce o trece uniformados.

Las autoridades nacionales apuntaron a disidencias de las FARC como responsables de estos ataques. En el caso de Cali y Antioquia, fueron vinculadas estructuras como el Estado Mayor Central liderado por alias Iván Mordisco y la estructura 36 bajo alias Calarcá. En Florencia, aunque no hay culpables confirmados, algunas hipótesis preliminares incluyen un posible caso de extorsión contra comerciantes de la zona.

La serie de ataques refleja una preocupante expansión del conflicto armado hacia zonas urbanas, generando una alarmante ola de violencia en el país. El Gobierno ha reforzado los operativos de seguridad con despliegues militares y policiales, y se han anunciado recompensas para capturar a los responsables y evitar nuevos atentados.

Las investigaciones continúan activamente en Caquetá, donde se realizan labores de inspección, recolección de evidencias y vigilancia del sector afectado. La población permanece en alerta máxima ante la posibilidad de nuevos ataques, mientras las autoridades refuerzan los protocolos de seguridad en múltiples regiones del país.

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