La vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, sorprendió nuevamente con sus declaraciones públicas al asegurar que su vida y la de su familia se han visto deterioradas desde que asumió el cargo junto al presidente Gustavo Petro. En entrevista con el programa Los informantes de Caracol Televisión, Márquez confesó que, contrario a sus expectativas iniciales, su paso por el gobierno no ha sido positivo. “Vivía sabroso antes. Vine acá a sufrir, literal. Ha sido una paridera muy verraca”, afirmó al ser cuestionada sobre su experiencia en los tres años de mandato.
Márquez llegó al poder en 2022 con la promesa de trabajar por los más desfavorecidos bajo el lema de “vivir sabroso”, en un gobierno que se planteaba como transformador. Sin embargo, con un año restante para el cierre de la administración, los resultados no han correspondido a las expectativas. Los índices de violencia siguen siendo altos, la deuda pública continúa creciendo y las dificultades sociales persisten, pese a que algunos indicadores económicos muestran señales de mejora.
En sus declaraciones, la vicepresidenta enfatizó que tanto ella como su familia sienten que antes vivían con mayor tranquilidad. Según relató, las críticas constantes en redes sociales, las amenazas y las limitaciones para salir sin temor han convertido su día a día en una “pesadilla”. El impacto no solo ha sido político, sino también personal, afectando directamente a sus seres queridos.
Otro de los puntos mencionados por Márquez fue su difícil relación con Laura Sarabia, exdirectora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre). La vicepresidenta aseguró que Sarabia se convirtió en un obstáculo para el funcionamiento del Ministerio de la Igualdad, al retrasar procesos, bloquear presupuestos y demorar contrataciones durante meses. Estas tensiones internas han debilitado el alcance de la gestión que Márquez buscaba implementar.
A lo largo de su mandato, la figura de la vicepresidenta ha perdido protagonismo frente a otros actores políticos cercanos a Petro, como la propia Sarabia o el exembajador Armando Benedetti, quienes han tenido mayor visibilidad en la agenda pública. Esto ha generado inconformidad en Márquez, quien en varias oportunidades no ha ocultado su molestia por la falta de respaldo presidencial en algunos proyectos clave.
La vicepresidenta también hizo un llamado a que el presidente retome el rumbo en el tiempo que le queda de mandato. Reconoció que existen muchas promesas incumplidas y que, en medio de la situación actual, gran parte de la población no siente un verdadero cambio en sus condiciones de vida. Según Márquez, el gobierno aún tiene la oportunidad de rectificar, aunque el tiempo apremia.
Estas declaraciones reflejan un distanciamiento entre las expectativas iniciales del primer gobierno de izquierda en Colombia y la realidad de su gestión. Con la recta final del mandato de Gustavo Petro en curso, la confesión de su fórmula vicepresidencial marca un nuevo capítulo en la relación entre ambos líderes y plantea dudas sobre el legado político que dejarán tras cuatro años de gobierno.