LA CORCHO Y LA CONSTITUYENTE – Crónicas de Gardeazábal

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Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

El ministro Montealegre, posando como el Miguel Antonio Caro de Núñez en 1886, ha presentado un proyecto de ley para convocar la Asamblea Constituyente. El hecho de que la hubiese lanzado tres días antes de la consulta en las urnas que hará el Pacto Histórico para escoger candidato presidencial, y solo 48 horas después de la pataleta histriónica que hizo el presidente Petro —muy molesto por el fallo del Tribunal que exoneró a Uribe de su condena—, le da mucho significado al momento y a las circunstancias.

Pero, en especial, se presta para interpretaciones y tergiversaciones inapropiadas para el equilibrio electoral, ante todo porque no deja de ser preocupante que se lance un globo distractor como el de la Constituyente para desviar la atención sobre el proceso de escogencia entre la Corcho y Cepeda, este domingo.

Está bien que esa consulta fracasó desde antes de empezar, pero el hecho de que el trofeo que hizo candidato a Cepeda como verdugo de Uribe se haya quemado en la puerta del horno hace pensar que se quiere demeritar el inminente triunfo de la Corcho.

Y como, además, el presidente ha convocado a su gastado pueblo para iniciar hoy, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, la firma de los respaldos a esa Constituyente, abundan las suposiciones sobre por qué se quiere demeritar con un show paralelo a una candidata más inteligente, más astuta y, sobre todo, fundamentalmente altanera como la exministra Corcho.

Sobre la Constituyente de Montealegre habrá mucha tela que cortar todavía, y en especial por estos días, cuando la pelea entre el emperador de Washington y el presidente Petro tiene más cara de volverse una fiesta donde todos meten tusi, como en las de los muchachos de ahora, y no en la algazara pijao en que habían convertido el último año del pretendido “gobierno del cambio” desde la izquierda.

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