Por: Aldrin García Balvin – Director de Totus Noticias
La tendencia de estos días en redes sociales no es un escándalo político, ni un gol en el último minuto. La tendencia es Frisby. Y no porque haya lanzado una nueva receta, sino porque un país entero ha sentido que le están tocando algo que le pertenece: una marca que es parte de su historia, de su sabor, de su memoria.
Lo que comenzó como una denuncia por el uso indebido de su nombre e imagen en España, terminó convirtiéndose en un símbolo de unidad nacional. Porque sí, Frisby nos unió. Nos recordó que hay cosas que no se copian, que no se imitan, que no se registran como propias… simplemente porque no se pueden repetir.
Y en medio del bullicio digital, una frase se volvió más verdad que nunca:
«Nadie lo hace como Frisby lo hace.»
Copiar es fácil, lo difícil es hacer historia
Frisby no es solo pollo. Es un sabor que se convirtió en recuerdo, un logo que se volvió familia, un combo que llenó miles de mesas. Y cuando alguien desde fuera intenta apropiarse de todo eso con una copia mal disfrazada, lo sentimos como un agravio personal.
Pero lo que sorprendió —y emocionó— fue la respuesta. No solo de los fans, sino de otras marcas colombianas, incluso algunas competidoras. Presto, Buffalo Wings, KFC Colombia, Kokorico, Crepes y Waffles, Sandwich Qbano… todos se sumaron con mensajes ingeniosos, pero sobre todo, respetuosos y solidarios, y hasta nosotros en Totus Noticias dijimos presente, porque entendimos que esto no era solo un tema de negocios, sino de identidad.
Porque en Colombia podemos competir, pero no traicionamos. Aquí entendemos que la historia de una marca como Frisby se respeta. Se admira. Y si hace falta, se defiende.
Entre los colombianos nos damos a-pollo
Lo que vimos esta semana fue hermoso: un país que recordó que tiene identidad, que sabe de dónde viene, que reconoce lo suyo. Frisby fue la excusa, pero el mensaje fue mucho más profundo:
«Colombia no copia, crea.»
Y esa frase se volvió eco en cada publicación, en cada historia, en cada comentario. Porque sentimos que si dejamos pasar esto, mañana pueden venir por otra marca, por otro símbolo, por otra parte de lo que somos.
La solidaridad fue real, espontánea, poderosa. Porque cuando lo auténtico está en juego, nos damos a-pollo sin pensarlo dos veces.
Como publicista, uno entiende que una marca se construye con campañas, estrategias, logotipos… pero lo de Frisby es más profundo. Es una marca que vive en la gente. Y eso no lo replica nadie.
Por eso este momento debe hacernos reflexionar sobre lo valioso de lo nuestro. Sobre la necesidad de proteger nuestras marcas, de registrar, de vigilar, de comunicar. Pero también, de construir con verdad, con sabor, con identidad.
Frisby no pidió esta batalla, pero la enfrentó con dignidad. Y su gente —nosotros— la convirtió en una celebración. Una afirmación colectiva de que lo original se defiende, lo nuestro se respeta.
Y al final, lo que queda claro es esto:
En Colombia no se copia, se crea. Y cuando lo hacemos, lo hacemos bien. Porque nadie lo hace como Frisby lo hace.