El papa Francisco, aún en proceso de recuperación tras una grave neumonía, realizó este Jueves Santo una emotiva visita a la prisión Regina Coeli en Roma, manteniendo su compromiso anual con los más necesitados. Sin embargo, debido a su estado de salud, no pudo llevar a cabo el tradicional rito del lavado de pies.
A las 15:00 horas locales, el pontífice, de 88 años, llegó en silla de ruedas al centro penitenciario ubicado en el barrio de Trastevere. Allí fue recibido por la directora del establecimiento, Claudia Clementi, y por el personal del lugar. Durante aproximadamente media hora, se reunió con unos 70 reclusos, a quienes expresó su deseo de estar presente entre ellos, a pesar de no poder realizar el lavado de pies este año. «Rezo por ustedes y por sus familias», les dijo, antes de rezar juntos el Padre Nuestro y otorgarles su bendición.
Esta visita se enmarca en una tradición que Francisco ha mantenido desde el inicio de su pontificado en 2013, visitando cárceles o centros de acogida cada Jueves Santo. A pesar de no haber participado en la misa Crismal en la basílica de San Pedro esa mañana, el papa decidió mantener esta tradición, demostrando su compromiso con los marginados.
A su salida, el papa conversó brevemente con los periodistas, mostrando una voz débil pero sin necesidad de oxígeno suplementario. «Vivo la Pascua como puedo», comentó, reflejando su determinación de continuar con sus actividades pastorales a pesar de las limitaciones físicas.
Aunque ha delegado varias celebraciones de Semana Santa en otros cardenales, Francisco ha escrito personalmente las meditaciones para el Vía Crucis del Viernes Santo. Se espera que realice otras apariciones durante la Pascua, siempre que su salud lo permita.
Esta visita a Regina Coeli, donde ya estuvo en 2018, reafirma el compromiso del papa con aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad, especialmente en el contexto del Año Santo 2025, que busca resaltar la misericordia y la esperanza.