EL FIN DE LA DEMOCRACIA

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Por: Federico Senior

No lo aseguro, pero al parecer, el que ha sido por más de dos siglos el sistema que nos ha regido en Occidente, da signos de debilitamiento, de desgaste, de derrotas, de estar en una encrucijada que más bien parece un círculo vicioso del que no sabe y peor aún al parecer, no puede salir.

Innegable, que la democracia ha sido el medio eficaz por el que el desarrollo de la humanidad haya logrado inmensos avances, la tecnología, el bienestar, el prolongamiento de la vida, la conquista del espacio, las conquistas sociales, la igualdad de género, de raza, de creencias, en fin, lo sabemos, se lo debemos en buena parte a la democracia y como apéndice de ésta, a la libre empresa, de igual manera también, no podemos ocultar sus defectos, sus falencias, generadas casi todas en los conceptos básicos de la misma.

Va a chocar lo que sostengo, si esta epístola llegare a tener algo de audiencia, va a generar todo tipo de críticas e insultos, es inevitable. La democracia parte de la premisa de la igualdad de los seres humanos y ante todo, de sus derechos, hasta cierto punto, esto es apenas lógico, todos tenemos derecho a la vida, a respirar, a amar, a procrear, bien, pero de ahí a que todos tengamos el mismo derecho, y mejor aún la misma capacidad para decidir sobre los destinos de la humanidad, o de nuestra nación, hay una sideral distancia, partir de esa premisa es un contra sentido, un absurdo total y absoluto, tan solo porque no todas las personas tienen el conocimiento del como se maneja un estado, del como se gobierna, la gran mayoría toma las decisiones cuando de elegir sus gobernantes se trata, basándose en circunstancias personales, en situaciones del momento, la gran mayoría actúa al decidir, dejándose llevar por sentimientos, necesidades, rabia, deseo de venganza, válido? de pronto, pero no siempre beneficioso, y peor aún, cuando son seducidos por el encantamiento que bien saben manejar los políticos expertos en embaucar con sus entrampamientos a las masas, haciéndoles creer que son los mesías salvadores, pero, lejos de serlo, son solo timadores profesionales que hinchan sus propias arcas desinflando las del estado. Así que las decisiones que toma la mayoría son de absoluta manera, ajenas la verdadera necesidad de elegir los líderes que puedan gobernar y hacer que la sociedad viva y progrese con seguridad y libertad.

Obedece todo esto no solo a un hecho, son muchas las causas, eso sí, la fundamental, sin duda es la educación, no solo en los países menos desarrollados sucede, de igual manera en los desarrollados, que los niveles de educación, de cultura, de civismo, no son los deseados para que como seres humanos podamos convivir en sociedad, permitiendo que los instintos animales, inherentes a nuestra propia condición biológica, no sean mesurados, mitigados o, como sucede en las raras excepciones de países muy civilizados, sean auto controlados por cada individuo, en aras del bien común, de ahí que, las mayorías son compuestas por individuos que no tienen la preparación necesaria, para elegir quien los gobierna.

Se suma a todo este estado de situaciones, la característica predominante, común denominador en todas las naciones, la de la corrupción, esa si que es una gangrena casi que incurable, pues en sí misma, es un torbellino vicioso en el que el político se hace elegir ante todo, para su beneficio personal o el de su partido político, por lo general no tienen intenciones de manejar los asuntos públicos con la intención del beneficio común, para nada, el interés es solo el de llegar al poder, para hacer uso de los recursos públicos, aparte claro de los beneficios del poder mismo, de todas los privilegios y prerrogativas que éste conlleva; es el de manejar y esquilmar, el botín estatal, vendiendo la contratación pública, a quien con sus coimas financiará la próxima elección y así de manera sucesiva, “per omnia secula seculorum”; es ese el círculo vicioso en el que se halla la sociedad moderna.

De ahí y como consecuencia subsecuente, surgen personajes, ideologías, partidos políticos, gremios, sindicatos y religiones, lideradas por la más selecta casta de mediocridad de la que la historia humana haya tenido noticia.

Basta con observar lo que sucede en los Estados Unidos, sin duda la nación líder mundial por antonomasia, verla enfrascada en una absurda carrera electoral, actuada por dos personajes muy cuestionables, por su edad, por su comportamiento ético, el uno, un anciano en franca curva de deterioro, el otro, aunque vigoroso, repleto de todos los cuestionamientos posibles, luchando por llegar a la Casa Blanca, desde donde se determina buena parte el destino del planeta; me pregunto, a que se debe esta situación, a que se debe que no haya lideres reales, personas capaces de guiar a la sociedad, pregunto, donde están los Churchill, las Thatcher, personajes ante los cuales, los actuales parecen payasos de circo barato; que le pasa a la humanidad, será que no surgen más esos adalides que han gestado las grandes luchas y logrado vencer las adversidades, no lo sé, al parecer, al menos, escasean y mucho, por el momento, se hacen notar tan solo, Zelenski el presidente de Ucrania y Milei en Argentina, de resto, que entre el diablo y escoja.

La democracia como la conocemos esta siendo evaluada y se le esta exigiendo ser revaluada, si miramos el progreso en algunos sitios en donde ésta fue reemplazada por algún período de tiempo, por el mandato de “hombres fuertes”, vemos los notorios ejemplos de Singapur, que al timón de Lee Kuan Yew, más conocido como Mister Lee, logró que su pequeño país de una isla miserable se convirtiera en el país mas avanzado de la tierra en menos de medio siglo, o de cómo, los líderes chinos, sacaron a su país del atraso total, a ser la segunda economía del mundo, en una nación repleta de falencias. Surge entonces la pregunta, ¿son buenos los dictadores?, la respuesta corta y certera es, no todos, solo basta ver los lamentables ejemplos de Putin, Chaves y Maduro, los Castro, la nefasta dictadura del peronismo argentino y sus execrables Kirchner, marido y mujer y larga lista de sátrapas, así que el asunto no es de líderes totalitarios, el asunto es de propiciar el cambio de la sociedad desde la base fundamental de la educación, de la civilidad, sino se logra que las gentes comprendan que el mundo no gira alrededor de cada uno de ellos, y que para lograr el bienestar general se debe partir del respeto individual por el resto, de no lograr que las personas entiendan que el planeta hay que compartirlo y cuidarlo, solo quedaremos expuestos, a tres opciones, una, elegir ineptos como sucede hoy en día, segunda, caer en manos de dictadorzuelos de pacotilla con ideologías de extremas que hundan las economías de sus países en el pozo de la miseria, o si se tiene mucha suerte, tener en el poder al líder que a lo Mister Lee, lleve al país al desarrollo y al bienestar general.

Pero, y es muy triste reconocerlo, ninguna de las opciones, al menos de las inmediatas, nos las ofrece nuestra democracia, al menos no lo hace la democracia como hasta ahora la conocemos.

Surge inquietante entonces la pregunta: ¿Estamos presenciando el fin de la democracia?

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