Por: Rafael Nieto Loaiza
Santos, otra vez Santos, tan silencioso durante estos tres años y tan activo en estas últimas semanas. Ahora publica un video en que afirma que en las próximas elecciones hay que alejarse tanto de la extrema izquierda, la de Petro, como de la extrema derecha, que no identifica, que se requieren consensos y moderación para enfrentar las dolencias que nos aquejan, y que el camino es la “tercera vía”.
La lista de problemas del Expresidente es corta, apenas el orden público, la salud, lo energético y lo fiscal. En realidad son muchos más los que debemos enfrentar. Sufrimos una policrisis profunda y amplia: la agudización de la violencia y la inseguridad, las alianzas y complicidades del gobierno con los grupos criminales y la desarticulación sistemática de las capacidades de la Fuerza Pública; el mar de coca y cocaína que nos inunda; la criminal y provocada crisis del sistema de salud; el desmantelamiento de las ayudas a la vivienda social; la debacle de la calidad de la educación pública; el gigantesco número de jóvenes que ni estudian ni trabajan; la insostenibilidad del aparato pensional y los muchos ancianos sin cobertura; el ataque sistemático a la minería y el petróleo, fuentes principales de las finanzas públicas; la importación de gas y el cercano apagón eléctrico; la descomunal crisis fiscal, la caída brutal de la inversión y un sistema tributario que ahoga a los empresarios y se roba el fruto del trabajo de los ciudadanos; la peor corrupción de nuestra historia; la impunidad y los estímulos para el delito; el desmonte de la carrera diplomática y el desastre de la política exterior; la destrucción de la capacidad técnica de la administración pública y la invasión de incompetentes altamente ideologizados que presumiblemente sabotearan la administración que viene.
Con todo, el más grave e inmediato es el ataque a la democracia que adelantan Petro y sus cómplices y sobre el que Santos no dice esta boca es mía. Y calla porque él es corresponsable del desastre. Se alió con Petro para ganar, con su ayuda y con la plata de Odebrecht, las elecciones del 2014. Dividió el país tachándonos de enemigos de la paz a quienes criticamos el pacto con las Farc y haciéndole conejo al triunfo del No en el plebiscito. Sembró las semillas de nuevas violencias con los incentivos perversos acordados para la coca, la impunidad de facto de los crímenes de guerra y de lesa humanidad y la entregan de beneficios económicos y políticos para las Farc. Su apoyo y sus alfiles fueron claves para el triunfo de Petro en el 22 y han sido sustantivos en su administración. Barreras, Benedetti, Cristo, Alejandro Gaviria, Prada, Rivera, todos menos alguno siguen ahí. De aquellos polvos, estos lodos.
El petrosantismo es una realidad y es responsable de la elección de la extrema izquierda y de la debacle del gobierno del que ahora Santos dice querer alejarse. Suponiendo que fuera verdad que quiere tomar distancia de la extrema izquierda que ayudó a elegir y con la que cogobernó, debería hacer un acto de contrición antes de dar cátedra sobre las próximas elecciones. Y hacer un verdadero propósito de enmienda que no aparece por ningún lado en sus últimas declaraciones. Por eso, por la ausencia absoluta de reconocimiento de sus errores y la falta total de arrepentimiento, solo alimenta su fama de cínico.
Ahora bien, de acuerdo estamos en que hay que alejarse de ambas extremos. Pero Santos debería identificar la extrema derecha a la que se refiere. La estigmatización del contrario es fácil, y peligrosa, en los tiempos que corren. Nazis, fascistas, oligarcas, esclavistas, extrema derecha, son descalificaciones usuales en el lenguaje de Petro y sus aliados. ¿De cuál extrema derecha habla Santos? Extremistas son aquellos que justifican el autoritarismo y la violencia contra sus contrincantes y opositores.
En cualquier caso, el consenso que pide Santos no es posible con la extrema izquierda y sus aliados. A esos hay que enfrentarlos y derrotarlos. El consenso solo es deseable y hay que construirlo con quienes compartimos la necesidad de defender la democracia y las libertades y debe tener como propósito reconstruir el país.
El consenso, sin embargo, no puede ser tibio. Se requieren valentía, fortaleza y carácter para encarar la policrisis que nos dejarán Petro, la extrema izquierda y sus aliados, entre ellos el petrosantismo. La tercera vía de Santos no es ni chicha ni limoná.